miércoles, septiembre 19, 2007


María Eugenia Villarroel; madre del fallecido Alejandro Inostroza:

“COMO LE VOY A PERDONAR A ESE CRIMINAL CÓMO MATÓ A MI HIJO”
Dos semanas atrás, se conoció el fallo de la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, que anuló el juicio oral en contra del homicida Aarón Vásquez, obligando a las partes, a comenzar todo de nuevo. Vásquez se encuentra cumpliendo su, ahora, anulada condena, por haber dado muerte con un bate de beisbol al malogrado ALEJANDRO INOSTROZA, en una riña ocurrida en la plaza Pedro de Valdivia, la madrugada del 28 de Octubre del año pasado.


Por Augusto Scarella Arce

Lo pequeño de la sala en que se efectúa la audiencia del juicio oral; el enfrentar al asesino de su hijo; jornada tras jornada, compartir el estrecho espacio con la familia de la contraparte; la presión de los medios de prensa y el miedo a los fallos adversos, son algunas de las preocupaciones que llenan el día a día de María Eugenia Villarroel.
El calvario comenzó en la madrugada del 28 de octubre del 2006, cuando un llamado telefónico le advirtió de la trágica noticia: su único hijo había sido herido de gravedad en una pelea callejera y se encontraba en estado crítico en la Clínica Santa María.


Una semana después, Alejandro falleció. Las graves complicaciones que le significó haber recibido un golpe en la cabeza con un bate metálico de beisbol, propinado por el joven de 17 años, Aarón Vásquez, le arrebató finalmente la vida.


Su madre y su abuela, se enfrentaron de la noche a la mañana con un hogar vacío. El joven que les llenaba la vida y las preocupaciones se había ido, para siempre. “No he tocado nada de su pieza, hasta el día de hoy”, señala su madre con la vista perdida en el vacío, reflejo de su alma inconforme.


Tras ocultarse por un periodo de tiempo, el joven Vásquez se entregó a la justicia, iniciándose un juicio por su responsabilidad en los hechos de esa fatídica madrugada.


El sistema judicial fue bastante condescendiente con él. El octavo juzgado de garantía de Santiago, tribunal que conoció inicialmente la causa, resolvió dejarlo en libertad desde el principio.


Ello generó airadas reacciones de María Eugenia, quién sospecho que el crimen quedaría impune. Se vio implicada en serios altercados en aquellas audiencias, en su desesperación e impotencia.


La apelación a la libertad generó dividendos positivos al afán de justicia de los Villarroel; Vásquez hubo de volver a prisión, en el mes de enero del presente año, sólo ocho días después de otorgado el beneficio.


Lo peor no tardó en venir. El inicio del juicio oral trajo consigo desagradables encuentros con la cruda realidad. Fotos, declaraciones, macabras recreaciones de la trágica suerte que había corrido Alejandro.


El fallo de la causa amenazó la cordura de esta madre. Tres años de régimen semicerrado fue la sanción que la justicia determinó para el joven asesino.


El peregrinar de María Eugenia no ha parado desde entonces. Su deseo de justicia la ha hecho tomar fuerzas de quién sabe dónde, y recorrer, golpear puertas y pregonar a los cuatro puntos cardinales que su hijo merece justicia.


“Agradezco a los medios de comunicación. Ellos en gran parte han sido los que han logrado que mi caso sea escuchado en todas partes”. El anhelo de justicia la motiva a seguir viviendo, a levantarse día tras día.


Su cruzada personal tuvo éxito. El fallo que la acongojaba fue revertido el pasado jueves. “Como le voy a perdonar a ese criminal cómo mató a mi hijo”, nos dice, como respuesta a si lo suyo es producto de un ciego afán de venganza.


“Alejandro era un hijo ejemplar. Su vida era su madre, su abuela y su deporte; la bicicleta”, confidencia con orgullo. “Debo honrar su memoria haciendo justicia en su nombre, haciendo pagar al criminal que lo mató”.


El nuevo juicio aún ni siquiera comienza a tomar forma. Las audiencias deben ser fijadas y el proceso repetido. “Ahora; sí que creo en la justicia” señala al consultarle si ha perdido la fe en el sistema judicial, que ya había fallado en el caso de Aarón Vásquez.


“Sé que lo que viene es terrible. Pero no descansaré hasta que la memoria de mi hijo sea honrada”, indica con emoción contenida. Extraña percibirla tan segura, asumido su dolor y pérdida, preparada para defender lo que considera justo.


María Eugenia deberá recorrer aún un largo camino, para determinar que hará luego de que el caso se cierre. “No lo he pensado”, dice dubitativa. “Por de pronto, para estos días del 18, haré limpieza en la pieza de mi hijo”.


Y es que María Eugenia en su secreta intimidad, aún espera que Alejandro haga sonar las llaves en la puerta de entrada del hogar que ocupasen juntos hasta su partida, terminando con la pesadilla en que ha estado sumida hace ya casi un año atrás.

No hay comentarios.: